Cuando pensamos en Marbella, automáticamente se nos viene a la cabeza la imagen del glamour, el dinero, las celebrities, los coches y yates de lujo, las fiestas, y una amplia oferta turística de sol y playa.
Pero además de ser uno de los destinos turísticos más importantes de la Costa del Sol, podemos encontrar en Marbella un precioso casco antiguo típicamente andaluz, con estrechas callejuelas, casas encaladas y balcones floridos. Hoy descubrimos qué ver en Marbella dando un paseo por su casco histórico.
Marbella conserva un rico patrimonio histórico y arqueológico, ya que debe sus orígenes a los romanos. De la época árabe conserva restos de un castillo y de las murallas que rodeaban la ciudad musulmana, y del período cristiano podemos ver la Iglesia de la Encarnación, la Casa del Corregidor y el Hospital de San Juan de Dios.
Delimitado por una cerca de muralla, el casco histórico de Marbella es peatonal, así que hay que aparcar fuera del mismo (tarea complicada, aunque hay varios parkings en el perímetro).
Comenzamos la ruta en el paseo marítimo, subiendo la Avenida del Mar, un amplio bulevar con pavimento de mármol en el que se intercalan restaurantes, bares, pérgolas, bancos, fuentes de agua…
Al final de la Avenida del Mar, unas escaleras nos conducen al frondoso Parque de la Alameda, uno de los lugares más vivos de Marbella, en el que suelen realizarse mercadillos y eventos de todo tipo (por ejemplo, en Navidad estaba instalado el Belén Municipal). Es el parque más antiguo de Marbella, ya que las primeras especies fueron plantadas en el siglo XVIII.
Cruzando la Avenida Ramón y Cajal se accede de lleno al casco histórico de Marbella. Apenas callejeando un poco se llega a la Plaza de los Naranjos, uno de los lugares más emblemáticos y centro neurálgico de la ciudad. Su nombre se debe al gran número de naranjos que posee, bajo los cuales se instalan las animadas terrazas de los numerosos bares y restaurantes.
Construida a finales del siglo XV, la Plaza de los Naranjos simboliza un cambio histórico en la ciudad: el paso de la cultura árabe a la cristiana, y fue constituida como el centro del poder administrativo y civil en la época de la Reconquista. En ella puede verse un busto del Rey Juan Carlos I y una bonita fuente renacentista.
Rodeada por las típicas casas blancas andaluzas, en la Plaza de los Naranjos se encuentran tres de los edificios más emblemáticos de la Marbella: la Casa Consistorial (erigida por los Reyes Católicos), la Ermita de Santiago (el edificio religioso más antiguo de la ciudad, del siglo XV), y la Casa del Corregidor (con una fachada de piedra blasonada que combina elementos góticos y renacentistas).
A poca distancia se encuentra la Plaza de la Iglesia, presidida por la estatua de San Bernabé (patrono y alcalde perpetuo de Marbella) frente a la imponente fachada de la Iglesia de Santa María de la Encarnación.
Dadas sus grandes dimensiones y sobre todo, por la altura de sus naves y de su cúpula central, parece más una catedral que una iglesia. La Iglesia de la Encarnación tiene planta basilical con varias capillas laterales, si bien la mayor parte de su patrimonio fue destruido en 1936.
Siguiendo los restos de muralla y del castillo árabe (siglo X) llegamos a la Calle Ancha, la arteria principal por donde antiguamente se entraba y salía de la ciudad, a través de la puerta de Ronda. Es una calle bonita y señorial en la que se asentaron los ciudadanos más acaudalados, tal y como se hace patente en las viviendas nobiliarias con blasones en sus fachadas, grandes balconadas y una decoración notable. Entre ellas cabe mencionar la Casa de Correa (de 1763), junto a la que se encuentra la Ermita del Santo Cristo de la Veracruz (siglo XVI).
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Si estás o vives en Marbella, no te puedes perder uno de los centros históricos más bonitos de Andalucía, como contraste a la Marbella de playa y el lujo que todos conocemos.
Fuente: http://lalaviajera.com/